Temo volver a mirar hacia abajo, temo sentir como el suelo se pega a mis pies.
Cómo cada sentimiento perforado por el frio penetrante de este crudo invierno,
cómo cada sentimiento que cuelo cada recuerdo escondido en la profundidad del alma
cómo cada vida que fue trazada con sueños,
cómo cada palabra escrita en mi memoria...
Agostina toma lentamente su lágrima a punto de nacer y la borra de su cara, hay demasiados testigos como para permitirse llorar en esta oscura noche de noviembre.
Se levanta de la mesa, camina despacio hasta su habitación, se tira arriba de la cama y sin pensarlo empieza a llorar sin poder parar, sus ojos de color negro se funden y se mezclan con el rojo, sabe que no podrá parar de llorar, y aunque lo intente sería correr tras las vías de un camino que desconoce.
Una noche como cualquiera se sentó a cenar con sus papás, y sus hermanas, salió de su habitación toda despeinada, y desarreglada, todos miraron inquientates a Agostina sin entender porque estaba así...
Todos excepto su mamá comenzaron a criticarla sin dar lugar a su explicación, quizás sin motivo alguno querían someterla a que explote, pero sin pronunciar ni una sola palabra dió media vuelta y se encerró en su habitación.
Ya era demasiado todo lo que ocurría y con una lágrima en sus ojos, dijo por fin... Nunca van a entender absolutamente nada. Siempre tratan de quebrantar algo que no se puede, siempre tratan de que yo... sea la persona más cruel de este mundo, para ocultar lo que realmente ES...
Todo ese tiempo habían tratado de esquivar mis palabras con el silencio, que ellos odiaban, y yo amaba...
Agostina creía que el tiempo empezaría a acomodar cada pieza en el orden que realmente era... Pero nunca estuvo segura. Hasta hoy...
Estuvo todo este tiempo perdiendo lágrimas en personas que no lo merecían, que nunca hubiera creído que maltratarían su alma de esa manera, y aunque cada mañana era una lucha constante con cada persona, sabía que todo algún día acabaría. Y no volvería a disfrutar de cada noche acompañada de páginas en blanco (sin sentimientos), y bolígrafos sin tinta.
Nunca supo que era lo que quería, de sólo pensarlo le daba termor, porque...
Había dejado de creer.
Pero hoy, quizás, en su memoria, todo vuelve a acomodarse como futuros momentos de felicidad... (Aunque eso no lo sepa)